El mundo de la gastronomía está cada vez más de moda. Por eso, afloran por doquier términos como comfort food, slow food, healthy food, comida de kilómetro cero, etc. Eso sin contar todos aquellos nuevos vocablos y conceptos que la tecnología está creando (foodtech, alimentos plant-based, comida impresa, etc.).
Sin ánimo de mezclar churras con merinas, pero sí de resaltar la riqueza conceptual de la que nos está haciendo partícipes la gastronomía en los nuevos tiempos, vamos hoy a pararnos en el concepto de comfort food. Una etiqueta que no estamos muy seguros de si comprende el gusto por lo tradicional o la comida hipercalórica por contraposición a la healthy o la slow food. O si en realidad está renaciendo como concepto de marketing para presentar un tipo de comida que se está viendo cada vez más denostada.
Sea como fuere, lo que no podemos negar es que la gastronomía está dando lugar a un brote de neologismos que pretenden clasificar las nuevas ideas y los nuevos hábitos de vida que están surgiendo en nuestra sociedad con respecto a la comida y a nuestra forma de relacionarnos con ella.
En anteriores ocasiones ya te hemos hablado de foodtech (tecnología + comida), de slow food, de los alimentos plant-based, de healthy food o incluso de la comida impresa en 3D. Por eso, hoy en Manageat, tu equipo de expertos en gestión gastronómica, te proponemos ahondar un poco más en el concepto de comfort food, ver de dónde sale y con qué se identifica en la actualidad. Esperamos que te resulte interesante.
¿Qué es la comfort food?
Pues hé aquí uno de los principales problemas: la diversidad de acepciones (o más bien connotaciones) que rodean este concepto. Si nos ceñimos a la semántica más estricta, tendremos que definir este término como aquel tipo de comida que nos reconforta o nos hace sentirnos bien. Lo que crea unos límites demasiado amplios y tanto más basados en la subjetividad del individuo o la colectividad que emplee el vocablo, para poder saber con certeza si un plato es o no comfort food.
Origen del término
La frase surge en la década de los 60. Pero no es hasta 1977 cuando se empieza a utilizar de una manera más convencional, momento en el que el Washington Post utiliza la frase como epíteto de una de esas recetas. Aunque existe otra versión que afirma que fue una celebrity, también en los 70, quien usó por primera vez en un show televisivo el término comfort food en su acepción más moderna.
Un concepto lleno de matices
Los diccionarios de lengua inglesa añaden algunos matices más al vocablo. El de Cambridge nos da un componente más romántico, melancólico y en definitiva, psicológico. Pues habla de comfort food como esa comida que se toma cuando se está triste o se quieren evocar épocas mejores. Toda una baza para las futuras campañas de marketing de tu restaurante. Aunque en este caso, no se habla de lo tradicional sino más bien de lo dulce. Por otro lado, el Collins Dictionary introduce la variante de “probably unhealthy”, algo que puede chocar de frente con el aspecto de comida reconfortante (sopas, caldos, guisos tradicionales, etc.).
Si continuamos buceando por la literatura sobre el tema, encontramos otras pequeñas pinceladas que siguen engrosando la riqueza semántica del término. Por ejemplo, que se trata de comida asociada a un “guilty pleasure”, de ésos que sabemos que no nos convienen, pero a los que no podemos resistirnos.
En resumen, podemos afirmar que la comfort food es aquella comida que nos reconforta como individuos o como colectividades, sea física, psíquica o emocionalmente. Al tratarse de una delimitación tan específica y personal, estos platos o alimentos reconfortantes pueden ir desde un pastel o unas galletas recién horneadas a los guisos de nuestras abuelas, pasando por una hamburguesa con doble de patatas o unos churros con chocolate. Puede sonar poco saludable, sí, pero eso depende enteramente del comensal y de los gustos que éste tenga, pues su comfort food quizá sea una buena crema de verduras.
¿Moda, tradición o simplemente una respuesta a nuestros antojos?
Nos planteamos esta cuestión porque los hábitos están cambiando. Y porque como gestores de negocios gastronómicos nos interesa conocer los cambios, las tendencias y las necesidades de nuestros clientes. En una época en la que la importancia a la propia salud y a la del medio ambiente se ha visto ciertamente reforzada, resulta como poco curioso ver que durante la pandemia, el consumo de comida rápida aumentaba en líneas generales.
Si se hubiera realizado un estudio predictivo, previo a la crisis sanitaria, sobre qué tipo de comida se iba a demandar en los restaurantes de nuestro país (convertidos en improvisados deliveries), probablemente hubiera volcado unos resultados muy distintos a la realidad. Cuando más habríamos debido pensar en nuestro bienestar y nuestra salud, más nos apetecía reconfortarnos con bocados de los menos saludables. ¿Es, entonces, la comfort food una terapia para nuestros momentos más bajos o, como decíamos más arriba, una respuesta a nuestros antojos?
¿Antítesis de lo healthy?
Dejando a un lado la inesperada coyuntura de los últimos dos años, nos preguntamos si este tipo de comida no cobra fuerza en la actualidad como antítesis de la corriente healthy que arrasa entre jóvenes y no tan jóvenes. En un mundo en el que las propuestas saludables, los alimentos de kilómetro cero, lo denominado “orgánico” se están consolidando como la mejor y casi la única opción socialmente aceptada, el gusto por lo “prohibido” cobra más atractivo entre la población.
¿Nostalgia por no perder las tradiciones culinarias?
De la misma manera, el surgimiento de productos foodtech como la carne no carne o los alimentos impresos puede que también hayan dado lugar (o lo vayan a hacer pronto) a un sentimiento nostálgico por recuperar los platos más tradicionales por poco saludables que sean o puedan parecer.
Así, lo que tendemos a concluir tras estas reflexiones es que todos los tipos de comida deberían convivir en armonía. No es que nos basemos en sus propiedades nutricionales o en su mayor o menor impacto en nuestra salud y la del planeta, que por supuesto, importa. Sino en que mientras haya demanda, debería existir oferta que la cubriera, es decir, restaurantes que pudieran dar respuesta a esas necesidades. Y dado que la comfort food es un concepto tan amplio y tan subjetivo, si el restaurador sabe presentar sus platos como si de comida reconfortante se tratara, siempre tendrá demanda en su comedor.